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RIENDAS ALEMANAS 2013
Al surgirme varios comentarios sobre estas riendas –lo
correcto sería hablar de riendas deslizantes, principalmente porque es su
función y porque así es como se llamaban en su origen-, escribo con la intención
de dar más luz sobre su uso desde mi propia experiencia . De cómo las utilizo yo
o mis alumnos, y de cómo las he visto utilizar.
Hay dos cuestiones que he comentado en entradas anteriores
y que ahora insisto mucho mas en ellas porque, creo, están en la base de
nuestra comunicación –montados, se entiende- con el caballo
1ª La acción de las riendas se rigen –comunicación
mano/boca- por el Principio de Acción y Reacción. Lo cual quiere decir que si yo
tiro hacia atrás, el caballo tirará hacia delante, y si tiro hacia arriba,
tirará hacia abajo: siempre en sentido contrario. De aquí, la importancia del
ángulo de la rienda. (El ángulo de la rienda da mucho de qué hablar, pero éste
no es el momento). Conviene aclarar –como lo hice cuando escribí sobre la mano-
que dicho Principio desaparece cuando la mano resiste con los dedos (antebrazo)
y no tira con el brazo (bíceps), porque el vector fuerza desaparece
Las riendas alemanas, al no tener un punto fijo en la
boca, se deslizan por las anillas de la embocadura –normalmente un filete-, con
lo que la cara del caballo sigue bajando buscando el punto fijo que no llega a
encontrar. Si baja la cara, quiere decirse que el cuello se estira –la “S” de
las vértebras cervicales se va enderezando- y en este punto caben dos
posibilidades:
1.A) nuestras manos permiten al caballo que estire
NATURALMENTE el cuello: la nuca, al bajar, avanza (porque, insisto, la “S”
cervical se endereza), pero también permiten que la boca del caballo se aleje.
En definitiva, nuestras manos facilitan la posición NATURAL del caballo con el
cuello estirado. De esta manera se le procura al caballo el gesto confortable y
económico, luego el caballo, feliz
1.B) nuestras manos no facilitan que estire el cuello
naturalmente, por lo que no le queda más remedio que enroscarlo, alejando la
nuca ANTINATURALMENTE y no dejando que la boca del caballo se aleje. A esto,
toda la vida, en España le hemos llamado encapotamiento –porque no es una cosa
nueva de ahora- y es lo que hoy se llama “rollkur”. ¿Cuál es el problema del
encapotamiento/ rollkur? Pues que la nuca –extremo superior de la cabeza del
caballo- gira desde la articulación cérvico-torácica, y la boca –en el otro
extremo de la cabeza-, gira desde la mano del jinete/amazona. La misma cabeza
tiene dos ejes de giro luego, fundamental, conocerlos y/o manejarlos bien.
(Pero esto ya lo desarrollaré en otra entrada)
2ª La acción de las riendas es transmitir ORDENES al
caballo. Pero ¿cuál es el fin último de estas ORDENES? Cada vez tengo mas claro
que es poner ORDEN en el caballo, buscar su gesto confortable y económico en
cada momento. No cabe duda que, por el hecho de montarnos en el caballo, le
estamos creando ciertos desequilibrios, tanto físicos como fisiológicos, debidos
a la acción de nuestro peso y de nuestras manos. Y una mano educada es la que es
capaz de poner ORDEN en el caballo –principalmente, a través de su balancín
cuello/cabeza-, y no sólo de lo que se ve grosso modo, sino de lo que se debe
ver (mas difícil de ver) y que corresponderá a lo que SIENTE el caballo.
Una aclaración: cuantos caballistas hay que tienen ideas
claras de lo que hay que hacer, y luego no son –o somos- capaces de ejecutarlo.
La respuesta es bien sencilla: el saber se aprende rápido y el ejecutar, como
requiere muchas repeticiones –queramos o no- es muy lento. San Agustín dice:
“lo primero en el orden de la intención, es lo último en el orden de la
ejecución”. Si hubiera añadido que era debido a las múltiples repeticiones que
se requieren para acabar haciéndolo bien, nos lo hubiera puesto mucho mas
comprensible
Así pues, el fin bueno de las riendas deslizantes –o
alemanas-, es poner orden en el cuerpo del caballo. Un caballo con una
conformación defectuosa del cuello -os recuerdo que el caballo es el único
mamífero con el cuello enormemente maleable-, puede mejorar enormemente con la
ayuda de estas riendas. De hecho, los alemanes, desde hace mas de medio siglo,
las utilizan sistemáticamente para muscular correctamente los cuellos. Los que
sabían y saben hacerlo bien, claro.
Pero el hecho de ser mecánicamente una polea, nos permite
multiplicar nuestra fuerza, con lo cual aumentamos nuestra sensación de
control de una masa diez veces la nuestra. Pero ésta es una sensación engañosa
de los sentidos (como diría Parménides). La realidad es un caballo encogido,
incómodo y, consiguientemente, poco colaborador porque ni quiere ni puede. Este
es el fin malo de estas riendas al no colaborar al gesto confortable y económico
del caballo, sino todo lo contrario
Hay que desechar el mal uso de las riendas –de cualquiera
de ellas- y educarnos para poner orden en el caballo con cualquier tipo de
riendas. El tacto, es mas problema de sensibilidad –oportunidad en la tensión y
en el tiempo- que de fuerza. Y os remito a la definición aristotélica del tacto
Paz y espero que os sirva a alguien
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